En una carta cargada de ironía, Rafael Dávila Álvarez ha respondido a la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena con motivo de la inminente retirada del que llaman "callejero franquista"
“Soy boina verde, guerrillero, es decir diplomado en Operaciones Especiales, paracaidista y diplomado de Estado Mayor”. Así se presenta Rafael Dávila Álvarez, nieto del General Dávila, con laconismo castrense, en su blog.
El militar en la reserva escribe, con motivo de la inminente retirada del llamado “callejero franquista”, una carta a la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena. El militar ironiza sobre la necesidad “urgente” de retirar, entre otras, la calle en honor de su abuelo:
“Suprimir la calle con su nombre era un clamor popular, una necesidad que no podía esperar un día más. ¡Cuántos vecinos de Madrid dormirán tranquilos sabiendo que la calle del General Dávila ya no existe! ¡Qué alivio! Se acabaron las protestas y reivindicaciones que colapsaban la administración municipal”.
El nieto de Fidel Dávila y Arrondo Gil y Arija advierte, no obstante,dice escribir “sin ironía” y que, en el fondo, está de acuerdo con la decisión de Carmena: “mi abuelo, al que conocí y mucho me enseñó, hombre sabio, honrado y humilde, no debe estar en una calle de un ayuntamiento del que usted es alcaldesa”. Y añade: “Su nombre (el del General Dávila) al lado del suyo, afea su plural, discreta y eficaz gestión, y a mí me molesta enormemente que eso ocurra”. Aunque insiste en que “no hay ninguna ironía en mis palabras y mi agradecimiento es muy sincero”.
La misiva, al final, arremete contra la llamada Ley de Memoria Histórica a la que dedica gruesos epítetos: “No hay mayor intransigencia y fanatismo que convertir el sectarismo, la ideología, en ley”. Dávila Álvarez se refiere a la próxima retirada de la calle “General Dávila” como un gesto de “venganza”.
El nieto del General Dávila concluye su carta con una referencia a España, al servicio que su familia ha prestado a la patria y a cómo tal servicio no podrá ser borrado por ley alguna: “En fin, señora alcaldesa, somos tres generaciones, tres generales apellidados Dávila, y lo que ni usted ni nadie puede retirar es la historia de esas tres generaciones y la memoria del servicio a España”.
Se despide con un “feliz Navidad”, aunque inmediatamente rectifica y se disculpa: “perdón, para usted mejor utilizar el término fiestas”.
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