Ayer el señor Errejón utilizó, vilmente, las muertes de las chicas de Cuenca para hacer política de la suya: rancia e infame (como él).
Aprovechó el doble asesinato para distorsionar la realidad y "barrer para casa" a ver si así recupera algunos votos en su caída libre en intención de voto.
En estos días, en su amado país, llamado IRÁN, con en el que mantienen una muy estrecha relación, han matado a bastantes más. Todavía estamos esperando que se condene este tipo de asesinatos.
Su hipocresía no conoce la vergüenza.
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